Roma - Los Patricios
Los patricios conformaban una clase romana formada inicialmente por los pater familias. Estos patres y sus descendientes que componen las personas de las treinta curias formaban la clase de los patricios "patricii"; quienes eran los descendientes de las familias más antiguas de la ciudad (jefes de las gens y los patres), constituían la clase aristocrática y formaban el verdadero pueblo romano.
Era un grupo de familias poderosas y ricas que ostentaban el dominio exclusivo de las tierras de la ciudad, que formaban la caballería de jinetes del ejercito romano (Equites), quienes participaban exclusivamente en las elecciones en los cargos políticos y, como si fuera poco eran los únicos considerados ciudadanos romanos.
No había muchos pater familias en Roma, ya que una familia no constaba entonces, como ahora, de los cónyuges y sus hijos, sino de todos los varones vivos descendientes por línea paterna de un antepasado común: tíos, primos, sobrinos y nietos, más sus respectivas esposas y sus hijas, hermanas y tías solteras. Si a este grupo de vivos agregamos los antepasados difuntos, tendremos la gens. La organizacion de la sociedad en gentes (gens), típica de muchas etnias indoeuropeas tales como aqueos y germanos, les valió de parte de los judíos el apelativo común de gentiles. La solidaridad se expresaba en el apellido, común a todos los miembros de la gens. Podría decirse que la historia de Roma fue la crónica de sus familias aristocráticas, como lo prueban los historiadores romanos, que sacaron muchos de sus relatos de las tradiciones familiares.
Inicialmente, los pater familias ejercieron facultades judiciales sobre los integrantes de su gens y familia, pudiendo aplicar penas de muerte en los casos en que el arcaico derecho consuetudinario (costumbres). El jefe de la familia romana disponía de gran autoridad. Tenía derecho ilimitado de imponer los castigos corporales que juzgara convenientes y podía vender a su mujer y a sus hijos como esclavos sin tener que responder ante la ley (Ius vitae et necis). Sólo era responsable de sus actos ante los dioses. El hijo seguía bajo la autoridad paterna aun cuando hubiera fundado su hogar o alcanzado las mayores dignidades estatales.. Cada familia poseía un terruño de propiedad común intransferible, ni siquiera en arriendo o comodato, porque, enterrados bajo él, seguían viviendo sus ancestros (res religiosae); allí venían periódicamente de todas partes sus descendientes a rendirles culto y comulgar con ellos en un banquete sagrado.
Los pater familias, administraban el patrimonio familia -las tierras de los progenitores, esa tierra patria (o simplemente patria) que en sus arengas guerreras incitaban a los suyos a defender con la vida- en provecho propio y, al menos originalmente, también en beneficio de los familiares que se hallaran en situación de indigencia no culpable. Dicho patrimonio incluía a los esclavos, pues desde el punto de vista jurídico eran universalmente considerados animales, no habiendo al respecto diferencia de pareceres entre el vulgo y sabios de la época. Por regla general, los patricios poseían latifundios y fortunas cuantiosas en dinero constante, y, por su nacimiento y potencial económico, dominaban la sociedad y la dirigían tanto en tiempos de guerra como de paz. Obviamente, ningún orden político podía funcionar a contrapelo del patriciado. Sus representantes en un ligar consagrado en las cercanías del Foro, donde discutían las leyes y decidían asuntos políticos importantes. Únicamente de entre ellos podían ser elegidos los cónsules. Eran considerados superiores al resto de los habitantes, gozaban de todos los derechos, poseían tierras y participaban del gobierno del Estado
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